domingo, 5 de septiembre de 2010

En la Fuente

Se hacia grandote, se hacía chiquito. Un chorrito maleducado. Lleno de nervios. Ancioso por desaparecer de la plaza.

Con la mirada puesta en una sola dirección, tal fuete en mano listo para flagelarse, el individuo en cero intentó dejarse fluir ante la más mínima expresión corporal con tal de no llamar su propia atención. Mezclado entre mujeres de ruidosas piernas y colectivos de introspección, tomaba su vaso con la mano seria y platicaba con la compañía de la otra.

Si claro, es un buen trabajo hablar del momento que se da con los orrendos pezones y las zarzamoras. Las fotografías con su misógino amigo, principal rechazador de mujeres, tan así que prefiere a los hombres. La percepción ha cambiado desde que me dí cuenta por mi mismo que toda sonrisa se vuelve alrevés al darse la espalda. Los "chelitos" no sirven.

Lloré cuando la vi torturar su propia boca. Fue la escena perfecta, en la mesa perfecta, con los tubos perfectos y el medio comer perfecto para verse como la convencional mujer, bien vestida, coqueta y maquillada. Lo que no es en una similitud.

Al percatarme de mis lágrimas, él estaba cada vez más cerca, fingiendo interés en el trabajo de los tubos. Sentía que me secaba cada una, más seco no pudo dejarme.

Manías del ayer, hago que no te tengo importancia mientras haces que no me tienes importacia... tú las traes.

Después de aquellas lágrimas por los 53 dias pasados, nada ha pasado. Me acordé hoy, que tonto pues, había olvidado que te olvidé.