jueves, 5 de agosto de 2010

Las tengo atoradas. Queman. Ahogan. No quieren salir, temen ser vistas. Temen la critica y la represión. No quisiera estar aquí. Hace frío. Entre las espinas yace el
calor del momento. El frío suelo por mis pies se pasea. Las paredes me miran xon insistencia, casi seguras de que están a punto de brotar.

Mídeme. Platícame de la playa, hablame de tus vacaciones, te extrañare, mas no puedo.
La luz es escasa, como el sueño, mucho cansancio igual a zombi. Mucho telón igual a teatro. Oigo su puerta, es como cuando esperas al Mounstro del closet aunque no venga por ti.
Sobre el derecho de mi vida aprendo. Me equivoco. Me vivo y me disfruto. Si nones vuelve grato lo cambio por un dolor distinto, pero tanto derecho como obligación tengo de embarrarme en la mierda para conocer almenos a que sabe, porque para hablar de ella se tuvo que haber comido un trocito.

Mares cruzas. Carreteras vuelas. Vías nadas. Purulento, sigue estupefacto, huele mal.
Duele pero no veden y me ahogan.

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